EL SEÑOR GUIÑOL
Pedro Carreón, El Señor Guiñol, uno de los más importantes artistas sinaloenses que han puesto en alto el nombre de su tierra y de su país. Enorme ser creativo, pionero del arte de los títeres en Sinaloa y el noroeste mexicano.
El espíritu de Pedro fue siempre muy inquieto y cargaba siempre con una impresionante energía, Pedro de la mano de su familia, presenció desde las fastuosas producciones en escena del Teatro Apolo, pasando por toda clases de espectáculos circenses hasta los más vulgares comediantes de carpa; Desde temprana edad Pedro sentía que su mundo estaba más allá del mercado Garmendia donde trabajaba en el negocio de su familia. Al iniciar los años cincuenta partió a la Ciudad de México a estudiar dibujo y así despegó su carrera como artista visual. Pedro estudió en la escuela del Instituto Nacional de Bellas Artes en el Distrito Federal y estando en una de sus clases fue cuando se revelaría como titiritero, profesión por la que llegó a sentir un gran amor, orgullo y respeto, mismo que transmitió a muchas generaciones de niños y no tan niños de todo lo largo y ancho de Sinaloa, ciudades y comunidades rurales y casi toda la geografía de México y del extranjero.
Su gran creatividad lo llevó a realizar geniales montajes durante una trayectoria de cuarenta años en la que fabricó con gran maestría cerca de seiscientos muñecos mismos a los que dio vida. Para él todos eran importantes, pero sentía gran predilección por la Española, su gran estrella, ya que cada vez que la hacía bailar le concedía revivir el recuerdo de su musa, la bailarina culiacanense Rosa Andrade, por la que suspiró en muchas ocasiones desde las butacas del Teatro Apolo, aquella maja lo acompañó en todos sus espectáculos y llegó a consagrarla en Carmen La coqueta basada en la obra Carmen de Bizet. Por otro lado está Chaplin de su memorable El Circo de Carlitos, espectáculo donde fusiona su gran afición a los espectáculos circenses y en el que hace homenaje a la mas grande figura del séptimo arte. Pedro se transformaba en el gran Charlot, en Carmen o en un payasito como Farolito, viviéndolo de manera muy especial dentro de su teatrino.
El espíritu de Pedro fue siempre muy inquieto y cargaba siempre con una impresionante energía, Pedro de la mano de su familia, presenció desde las fastuosas producciones en escena del Teatro Apolo, pasando por toda clases de espectáculos circenses hasta los más vulgares comediantes de carpa; Desde temprana edad Pedro sentía que su mundo estaba más allá del mercado Garmendia donde trabajaba en el negocio de su familia. Al iniciar los años cincuenta partió a la Ciudad de México a estudiar dibujo y así despegó su carrera como artista visual. Pedro estudió en la escuela del Instituto Nacional de Bellas Artes en el Distrito Federal y estando en una de sus clases fue cuando se revelaría como titiritero, profesión por la que llegó a sentir un gran amor, orgullo y respeto, mismo que transmitió a muchas generaciones de niños y no tan niños de todo lo largo y ancho de Sinaloa, ciudades y comunidades rurales y casi toda la geografía de México y del extranjero.
Su gran creatividad lo llevó a realizar geniales montajes durante una trayectoria de cuarenta años en la que fabricó con gran maestría cerca de seiscientos muñecos mismos a los que dio vida. Para él todos eran importantes, pero sentía gran predilección por la Española, su gran estrella, ya que cada vez que la hacía bailar le concedía revivir el recuerdo de su musa, la bailarina culiacanense Rosa Andrade, por la que suspiró en muchas ocasiones desde las butacas del Teatro Apolo, aquella maja lo acompañó en todos sus espectáculos y llegó a consagrarla en Carmen La coqueta basada en la obra Carmen de Bizet. Por otro lado está Chaplin de su memorable El Circo de Carlitos, espectáculo donde fusiona su gran afición a los espectáculos circenses y en el que hace homenaje a la mas grande figura del séptimo arte. Pedro se transformaba en el gran Charlot, en Carmen o en un payasito como Farolito, viviéndolo de manera muy especial dentro de su teatrino.
Jael Álvarez. Prensa.
El motivo para la creación coreográfica de El Señor Guiñol es honrar el arte de Pedro Carreón y su pasión por el teatro de títeres a través del lenguaje de la danza contemporánea. Este trabajo coreográfico va directamente a los momentos creativos del artista, su estrecha relación afectiva con sus muñecos y su complicidad con ellos.
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